Hace unos días se presentó en la librería Bibabuk de Almería, la segunda entrega de La trilogía del Fuego, de Sarah Lark titulada «El rumor de la caracola».
No he leído nada de esta autora, he de confesar, pero sí es cierto que he ido sabiendo de ella por las redes.
Durante el evento, conocí algunos datos muy curiosos. Quien sepa de ella con anterioridad, tendrá conocimiento de que es alemana. Hasta ahí todo muy correcto. Pero uno de los detalles que más me llamó la atención fue que, aunque lleva más de quince años viviendo en Almería, en concreto en un pueblo costero, Mójacar, donde tiene una granja de caballos, como apasionada de estos animales, sus obras son publicadas en su país natal y desde allí venden los derechos a los países interesados. Curioso, ¿verdad? O ¿solo me lo parece a mí?
Su trayectoria literaria es muy amplia. Son más de cincuenta obras las que componen su listado de obras, aunque muchas de ellas no han sido publicadas en España. Con su nombre real, Christiane Gohl, solo ha publicado una novela en español, «Indalo», en el año 2007 con Ediciones B, en la que relata una parte de la historia de Almería ambientada en Mojacar a finales del siglo XV.
Otro de los detalles que llamaron mi atención fue que tan prolífica escritora haya publicado sus obras bajo diversos seudónimos: Ricarda Jordan, Elisabeth Rotenberg, Leonie Bell, Stephanie Tano, aunque no con todos ellos ha publicado en España. El motivo de tantos nombres diferentes, si no interpreté mal lo que escuché, fue el de separar a la escritora según las temáticas de sus libros. Lo que me llevó a preguntarme si fue una decisión acertada por parte de la editorial utilizar tantos nombres como temáticas. Si un escritor es ya conocido con sus novelas anteriores, ¿no sería más conveniente utilizar su nombre para seguir vendiendo? Está claro que el mercado editorial es un negocio puro y duro y de esta manera sería como empezar de nuevo, dar a conocer a un nuevo escritor aunque siempre sea el mismo.
Sarah Tomas |
Sarah Lark |
Mi primera impresión al verla allí, frente a mí, me senté en primera fila para poder tener de primera mano todos los detalles, fue su sencillez, su cercanía a la hora de comunicarse y su sempiterna sonrisa dibujada en el rostro.
Como si de una reunión de amigos se tratara, Lark hablaba de los personajes de sus novelas, sus tramas, el porqué viajó hasta Nueva Zelanda, lugar donde se desarrollan sus novelas más reconocidas, en respuesta a las preguntas de la presentadora, Sarah Thomas, nuestra escritora almeriense más «londinense».
La autora de El rumor de la caracola, periodista, redactora publicitaria y guía turística, relataba también su rutina diaria que comienza con el cuidado de sus caballos y que le sirven de fuente de inspiración. Sus tardes las dedica a la literatura en las que su rigurosa disciplina la lleva a escribir diez páginas diarias. Menudo logro, la verdad.
Soy persona que me dejo llevar por las emociones que siento en cada momento y lo que me inspiró Sarah Lark fue algo más que positivo. En la medida de lo posible iré leyendo sus libros, eso sí, empezaré por el primero. Tengo la costumbre de que cuando empiezo a leer a un nuevo escritor siempre lo hago desde el primer libro, si es que todavía no se ha descatalogado, que alguna que otra vez me ha pasado. Charlé un ratito con una de las asistentes y al preguntarle sobre cómo escribía la autora no tuvo más que palabras para halagarla. Así que, anotada en la agenda.
¿Has leído tú algo de esta escritora? ¿Te ha gustado? ¿Qué puedes contarme de ella?
Algunas de las imágenes de este collage son propiedad de Antonia Soriano Baeza |
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